Hoy vengo a hablaros de un tema que está en boca de todos: cómo correr maratones podría afectar a nuestro cerebro. Seguro que habéis visto algo en los medios, porque este estudio, publicado la semana pasada, ha ocupado portadas incluso fuera del mundo del running.
- Ramos-Cabrer, P., Cabrera-Zubizarreta, A., Padro, D. et al. Reversible reduction in brain myelin content upon marathon running. Nat Metab (2025).
Lo llevó a cabo un equipo de la Universidad del País Vasco, liderado por el neurocientífico Carlos Matute (que, por cierto, también es maratoniano). Para que no os aburra con tecnicismos, os lo voy a contar como si fuera una historia. Y al final, como siempre, daré mi visión crítica, porque los medios a veces se centran más en el click que en la rigurosidad.
Índice
El cerebro del corredor de maratón
Los maratonianos dependemos de los carbohidratos como principal fuente de energía. Pero cuando las reservas de glucógeno (en músculos, hígado y otros órganos) se agotan, el cuerpo empieza a utilizar las grasas.
Y aquí viene la pregunta clave: ¿Qué pasa con el cerebro?
Resulta que el cerebro también almacena glucógeno, y cuando este se acaba, ¿podría empezar a usar grasas como combustible? Esto fue justo lo que se le ocurrió a Carlos Matute durante uno de sus entrenamientos. Y decidió investigarlo, porque nunca se había demostrado en humanos.
El estudio: resonancias magnéticas antes y después de maratones
Matute y su equipo analizaron los cerebros de 10 corredores (8 hombres y 2 mujeres), tanto de asfalto como de montaña. Entre las pruebas estudiadas estaban la Maratón de Valencia, Donosti, Zegama….
¿Qué buscaban? Medir los niveles de mielina, la sustancia grasa más abundante en nuestro cerebro.
¿Qué es la mielina?
Imaginad una neurona como un cable eléctrico:
- El axón sería el cable (la prolongación de la neurona).
- La mielina sería una cinta aislante que lo recubre.
Esta «vaina de mielina» tiene dos funciones principales:
- Aislar las señales eléctricas entre neuronas (para que no se «corten» como un cable mal aislado).
- Dar soporte metabólico a las neuronas (porque, a diferencia de un cable, están vivas y necesitan energía).
La mielina está compuesta en un 70-80% por grasas y el resto por proteínas. Así que, si el cuerpo puede usar la grasa de las cartucheras como energía en una maratón… ¿podría el cerebro hacer lo mismo con la mielina?
¿Cómo midieron la mielina?
No podemos ver la mielina directamente en una resonancia magnética, pero sí su contenido de agua (llamado «fracción acuosa de la mielina»). Cuanta menos mielina hay, menos agua se detecta en esas zonas.
Los investigadores escanearon a los corredores 48 horas antes y después de la maratón, creando mapas 3D de sus cerebros.
¿Qué descubrieron?
- La mielina disminuyó en varias áreas del cerebro tras correr, especialmente en zonas relacionadas con:
- Control motor (lógico, porque correr exige coordinación).
- Procesamiento sensorial y emociones (también tiene sentido, ya que una maratón es un subidón emocional).
Pero ojo: la reducción no fue tan drástica como parece en los gráficos, porque midieron el agua, no la mielina directamente.
¿Y la deshidratación? ¿No influye?
Podríamos pensar que al correr 42 km, el cerebro se deshidrata y eso altera los resultados. Pero los investigadores lo descartaron:
- Analizaron el agua total en el cerebro y no hubo cambios significativos.
- Otros estudios ya habían demostrado que el ejercicio intenso no altera los volúmenes de agua cerebral, independientemente de la hidratación.
Así que la pérdida de mielina fue real.
¿Se recupera la mielina?
Sí. Los niveles volvieron a la normalidad a los dos meses. En dos participantes, midieron también a las dos semanas y vieron una recuperación parcial, pero no total.
Eso sí, hay limitaciones:
- Solo se hizo seguimiento en 2 de 10 corredores a las dos semanas.
- No se midió en puntos intermedios (quizá se recupera antes de los dos meses).
¿Esto afecta al cerebro? ¿Es bueno o malo?
No se sabe. El estudio no evaluó si la pérdida temporal de mielina afecta a las funciones cognitivas o motoras.
Aunque Carlos Matute ha sugerido en medios que podría ser beneficioso:
- El cerebro «entrena» su capacidad de regenerar mielina.
- Esto podría ser relevante para enfermedades como la esclerosis múltiple, donde la mielina se deteriora.
Pero ojo: el estudio no prueba que el cerebro se alimente de mielina. Es solo una hipótesis.
Mi visión crítica
Este estudio es fascinante, pero tiene limitaciones:
- Muestra pequeña: solo 10 corredores (aunque encontrar voluntarios para resonancias pre y post-maratón no es fácil).
- Edad de los participantes: entre 45 y 73 años. ¿Pasaría lo mismo en corredores más jóvenes?
- Falta de datos intermedios: ¿Cuánto tarda exactamente en recuperarse la mielina?
- No se midió el esfuerzo: ¿Los corredores fueron a tope o a ritmo suave?
- Nutrición en carrera: ¿Tomar más carbohidratos reduciría la pérdida de mielina?
Además, los medios han exagerado algunos titulares («el cerebro se come su propia grasa»), cuando el estudio solo demuestra que la mielina disminuye, no que el cerebro la use como energía.
¿Qué nos queda por descubrir?
Este estudio abre muchas preguntas:
- ¿La edad influye en la pérdida de mielina?
- ¿Hacer muchas maratones seguidas es perjudicial?
- ¿Podemos minimizar este efecto con una buena nutrición?
La ciencia avanza así: con estudios preliminares que generan más preguntas que respuestas. Pero es emocionante ver cómo nuestro cerebro se adapta a desafíos extremos, igual que nuestros músculos.
¿Te ha gustado este tema? Déjamelo saber en comentarios, suscríbete si no lo has hecho y nos vemos en el próximo artículo. ¡Hasta pronto!
Deja una respuesta